martes, 10 de mayo de 2011

Funerales en San Antonino

La muerte no viene sola.

Al menos en San Antonino, cuando muere una persona, la población teme, se presenta a misa, se confiesa y reza. Es tiempo de recogimiento, porque el fallecido no se va sólo.

La semana pasada murió Mamalicha a los 90 años.

Su fallecimiento se divulgó por los altavoces de la comunidad a los cuatro vientos.

Toda la familia se presentó desde muy temprano para ayudar a asear la casa. Los hombres se dedican a los trabajos pesados: cortar leña, poner las tinas para la ceniza que servirá de estufa a la chocolatera, acarrear suficiente agua para la cocinera y sus ayudantas, poner las mesas para los visitantes, asear en general el lugar en el que se montará el altar adornado con las calendas de flor inmortal y las cabezas sonrientes de los regordetes ángeles entre los cientos de flores, principalmente gladiolas.

Los familiares de la difunta no visten estrictamente de negro, pero las mujeres llevan rigurosamente su rebozo sobre sus cabezas, en señal de respeto, llegan con cirios, gladiolas, una botella de mezcal, una caja de refrescos y dinero en efectivo que le ofrecen como apoyo a los descendientes.

Durante nueve días que duran los rezos, se pagan nueve misas en el Templo de San Antonino y posteriormente de las misas, que son a las siete de la noche, todos los familiares se concentran en la casa de la difunta, que está de cuerpo presente de dos a tres días en el ataúd que ocupa el centro del altar familiar, para continuar con el rosario.

Entre el humo de incienso, los cirios y el extraordinario mundo de gladiolas, en el surrealista escenario de ángeles y santos, el rezador---que por lo general es un varón versado en la tradición católica---, dirige al frente de los asistentes el rosario, al término del cual, en señal de haber concluido el rosario, todos se saludan con un "buenas noches" personalizado, es decir, se saluda con un buenas noches a cada persona mencionándole su nombre: "Buenas noches tío fulano", "Buenas noches tía fulana" y así hasta haber saludado a todos los presentes.

El Rosario es amenizado por un grupo o un organista que acompaña, entre rezo y rezo, con canciones religiosas.

Al término del rosario, invariablemente se ofrece de cenar a todos los presentes, previo brindis con mezcal en señal de respeto y solidaridad con el casero.

Durante los nueve días que dura el Rosario, los deudos dan de desayunar, comer y cenar a los asistentes. Aunque la mayor parte de las personas llegan al rosario en la noche, los días en que se llena de gente el funeral es cuando se entierra a la persona, después de una misa de cuerpo presente y todos caminando van cargando el ataúd hasta la capilla del panteón, en la que se efectúan los últimos rezos previos a su entierro.

Antes de depositar el ataúd bajo tierra, se levanta la tapa y se exhibe al difunto para que los deudos le den su bendición y le echen un puño de tierra a la caja.

El otro día de asistencia numerosa es, al término de los nueve días, el levantamiento de la Cruz ---la Cruz que se manda a hacer de madera o de metal, en la que se consignan los datos de la persona fallecida---. Esa noche el Rosario se duplica, después de misa, y concluye por lo general a la una de la mañana, para que al dia siguiente, en misa de las siete de la mañana todos juntos, con cirios y música se va a depositar en la tumba de la persona fallecida.

Ahí prácticamente concluye la ceremonia de los funerales.

Después de la muerte de Mamalicha, la semana pasada, al día de hoy han fallecido cuatro personas en San Antonino.

Los muertos no se van sólos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario