sábado, 16 de enero de 2021

El año de la peste en San Antonino





(Foto antigua proporcionada por Fernando Santiago: San Antonino. sin fecha)

No es la primera vez que hay un elevado número de muertos en San Antonino.

En 1915 se registraron dos o tres deceso al día por causa de la tifo o peste que asoló a varias regiones de Oaxaca.

Estos acontecimientos fueron registrados de primera mano en San Antonino y también dan cuenta de la generosidad de nuestros paisanos que apoyaron a mucha gente que llegó al pueblo en busca de ayuda y alimentos.

La primera referencia se encuentra en lo que denominamos “El Memorial de San Antonino” y que es una relación en la que los presidentes municipales consignaban el nombre de las autoridades municipales de cada año, así como algunos acontecimientos relevantes desde 1760 y hasta 1946. (A la copia que conseguí le faltan muchas hojas).

La segunda referencia son las “Efemérides: Sucesos ocurridos en el siglo XX en la República Mexicana” que es una relación de acontecimientos nacionales compilada por el músico y compositor de San Antonino Laureano Santiago Pérez, que vivió más de cien años y que menciona varios acontecimientos que le tocó er durante su niñez en San Antonino y que reproducimos aquí.

El mal augurio de la plaga

En 1913 una plaga de langostas proveniente de Centroamérica ingresó al territorio nacional causando estragos en estados del sur y llegó también al istmo oaxaqueño.

En junio de 1914 esa plaga llegó a San Antonino, Don Laureano Santiago recuerda que entonces él era niño y comenta: “Eran una cantidad enorme de animales que tapaban o cubrían el sol, como las nubes que oscurecen el día. En esa temporada las milpas estaban ya grandes, unas espigando y otras jiloteando y en dos o tres horas las langostas acababan con ellas, hasta el ras de la tierra. Al ver esto el señor presidente municipal ordenó a los maestros que sacaran a todos los alumnos de la escuela para llevarlos al campo a espantar a las langostas. En agosto del mismo año desapareció la plaga, pero dejaron en los campos la huevera como los chapulines.”

La hambruna que provocó enfermedades

Como consecuencia de que la plaga de langostas dejara sin alimentos a los pueblos, en 1915 se desató una hambruna general y como consecuencia de ésta apareció el tifo o peste.

El Memorial de San Antonino se refiere a esta hambruna como “espantosa”, refiere que subió el costo de los alimentos y el maíz alcanzó un precio de tres pesos plata. En apoyo a las familias, el gobernador emitió billetes del estado, pero fueron rechazados en San Antonino, por lo que el pueblo fue multado y todos se cooperaron para pagar la multa.

Señala el Memorial que ese año se desató una epidemia de tifo y que en la galera del mercado de esta Villa(de San Antonino) apareció un campamento lleno de vecinos de distintos pueblos y había desmayados y dos o tres muertos al día en busca de auxilio. Como la enfermedad atacara también a otros pueblos, el gobierno del estado dispuso prohibir los funerales y los entierros con música y con acompañamiento de sus familiares, se canceló la fiesta de “Todos Santos” y se prohibieron las visitas al panteón.

La proverbial generosidad del pueblo de San Antonino

Don Laureano Santiago refiere que las familias de San Antonino hacían tortillas para regalárselas a los vecinos de los pueblos vecinos que llegaban al pueblo en busca de auxilio, pero como eran muchos, se tenía que revolver el maíz con garbanzo para que alcanzaran las tortillas que les daban con frijoles, calabazas y elotes asados con leña. Los campesinos juntaban también guamuches verdes y semillas de “rompecae” para mitigar el hambre.

Pese a esos esfuerzos, en la galera del mercado municipal amanecían hombres, mujeres y niños muertos por el hambre. Aunque tenían con qué pagar, no había quien les vendiera ni una cabeza de cerrillo, por lo que las mujeres del pueblo tapaban la lumbre en la noche para conservar el fuego.

Los campesinos hacían lumbre con varas de chamizo y un pedazo de palo y zacate secos.

Los muertos vivos

Cuenta Don Laureano que después de la época de lluvias nacieron en los campos las langostas tiernas, por lo que se organizó la junta de vecinos del pueblo, para juntar costales de langostas y tirarlas en un hoyo muy grande que se hizo en el cerrito de San Antonino, también conocido como “Dany Shachi”. Pero con el tiempo y el calor los animales se pudrieron y de ahí surgió la peste, que en zapoteco le decían “Shidy-Rub”.

Era tan elevado el número de paisanos muertos por la peste, que la autoridad municipal ordenó a los policías que donde encontraran a una persona inconsciente de una vez se enterrara, previo aviso a sus familiares, y cuatro policías lo enterraban en el panteón, sin la presencia de su familia en para evitar contagios.

El tiempo pasó. La langosta y la epidemia se erradicaron.

Asimismo, se normalizaron los funerales y los entierros en el panteón y era común que quienes tenían familiares en una tumba, la abrían para enterrar a su siguiente familiar fallecido.

¡Qué terrible sorpresa se llevaron las personas cuando encontraban que sus muertos de la epidemia aparecían en la fosa de costado, otros boca abajo y otros encogidos: ¡Los habían enterrado vivos!

Este último suceso también fue consignado por la prensa de la época en Oaxaca, ya que existen testimonios donde algunos que fueron enterrados en criptas sobre la superficie, lograron salir de sus tumbas y regresar vivos a sus domicilios.