martes, 31 de mayo de 2011

Transporte ex ecológico

Es en serio.

La primera organización de bicitaxis en San Antonino se llama Unión de Transporte Ecológico.

Surgió hace como doce años y desde entonces, las uniones no han dejado de multiplicarse. La diferencia es que ahora todas, excepto el bubulín, todas absolutamente tienen motos o carros de motor llamados mototaxis.

Antes, los bicitaxis eran remolques jalados por un atlético bicicletista que se esmeraba en transportar a los usuarios y sus cargas, dejando a su paso un tufo de sudor propio del hombre que está haciendo ejercicio todo el día. Eran delgados y con piernas de futbolistas.

Hoy las cosas han cambiado. La inmensa mayoría de mototaxistas están engordando sin darse cuenta y son más lentos para realizar sus actividades. Es poco el ejercicio que realizan y van comodamente propulsados por el motor de su unidad.

Al mismo tiempo, San Antonino ha aumentado su contaminación ambiental. Como prácticamente los paisanos trabajan desde la mañanita y hasta el anochecer, prácticamente las 24 horas se escucha el raudo y ruidoso motor de esas cajas con llantas que van anunciando la modernidad por los caminos de San Antonino.

jueves, 26 de mayo de 2011

La muerte del militar

Es un efecto de la guerra.

Sí, de la guerra que se lleva a cabo entre el Gobierno Federal y los cárteles de la droga.

Gran expectación causó un funeral con distintivos militares en San Antonino. Desde un día anterior, los familiares que no radican en el municipio llegaron vestidos de luto y la gente se preguntaba: ¿quién se murió?

Pronto los enterados corrieron el rumor, "fulano de tal, que radica en México y trabaja en el Ejército".

En los funerales en San Antonino realmente no se utiliza el negro como luto. Las personas asisten vestidos de manera normal. Únicamente las mujeres llevan sus rebozos con los que se cubren la cabeza, en señal de respeto.

Durante la procesión se vió un ataúd lujoso, elegante, bonito, cubierto con una enorme bandera mexicana. Algunos militares vestidos elegantemente con sus uniformes acompañaban con gallardía al cortejo fúnebre.

La banda de música entonaba el angeluz y toda la gente miraba con respeto y solidaridad al hijo caído en la lucha contra el mal.



lunes, 23 de mayo de 2011

El milagroso niño toninero 2 y última.

Dicen las abuelas en San Antonino que nunca tengas un marido mudo o enojón.

Y para ilustrar esa recomendación rememoran el caso de Colenita, que tenía un marido que era viajero. Es decir, era un comerciante que hablaba poco y era enojón y que con una recua de burros llevaba a vender productos de San Antonino al Istmo y de regreso traía sal y pescado fresco que repartía en los mercados de Valles Centrales.

A su regreso, calculado en días y horas precisas, conforme a la luz del sol, el comerciante solicitaba a su esposa puntualmente la comida que quería. De modo que cuando la luz del sol produjo una sombra por el lado norte del mangal del patio, Colenita supo que eran las tres de la tarde y que en ese momento debía empezar a servir los chepiles pero bien calientes, casi hirviendo.

El comerciante llegó puntual y sin mediar palabra esperó que le sirvieran su plato de chepiles.

Les puso limón, sal, salsa de chile de agua, tortillas bajaditas del comal y justo cuando se disponía a llevarse el primer bocado que le sale un enorme y oscuro cabello de mujer en el caldo.

Sin decir palabra, pero con un rostro de enojo, lo exhibió ante su mujer.

Luego, dejándolo a un lado, desprendió la culebra que protegía su ceñidor, como se acostumbraba antes y empezó a golpear a su señora.

La abnegada mujer resistió los golpes con resignación, mientras las lágrimas escurrían por su rostro.

Y así estaba golpeando a la mujer cuando de pronto ingresó a ese domicilio el Milagroso Niño Toninero y levantando el brazo gritó al viajero: "Detente. Ya no le pegues. Yo sé quién puso este cabello en tu plato de chepiles.

El viajero le dijo "te voy a dar mucho dinero si me lo enseñas".

Entonces, el Milagroso Niño toninero le respondió, "Es una persona muy fuerte, con mucho poder. Pero si lo quieres ver completamente te va a costar la vida. Si lo miras completo te mueres. Pero yo te puedo mostrar parte de él.

El viajero, conociendo la fama y la autoridad del Niño le contestó, "quiero ver lo que menos me haga daño". A lo que contestó el Milagroso Niño toninero: "Te mostraré el brazo, eso únicamente lo podrás ver tú, y el efecto por esta visión es que te quedarás inconsciente un día". Trato que aceptó el comerciante.

Acto seguido, el Niño pidió apoyo a dos topiles o policías para que le ayudaran a jalar una cuerda que había lanzado como tratando de cazar a un animal bravo para que no se pudiera ir.

Dijo el Milagroso Niño toninero: "Muy bien, qué brazo quiéres ver, el izquierdo o el derecho", a lo que el otro respondió el izquierdo.

Haciendo una especie de exclamación de horror y asco el Milagroso Niño dijo: "aquí tienes, mira ahora y no vuelvas a pegar a tu mujer hasta no conocer bien las cosas" y acto seguido el comerciante miró y cayó desmayado durante 24 horas.

El Milagroso Niño le dijo a la mujer: "No temas. Jamás te volverá a pegar. Lo que ha visto lo hará cambiar para siempre."

Cuando el comerciante despertó se arrodilló ante su mujer y con lágrimas en los ojos le pidió perdón, le dijo que había visto muchos cabellos largos y negros sostenidos por la mano del diablo.

(Contada por Mamalena, que la escuchó a su vez de su abuelita, una mujer que murió a los 103 años.)












lunes, 16 de mayo de 2011

El milagroso Niño de San Antonino 1 de 2

Es una historia real.

Muy pocas personas mayores recuerdan las crónicas de sus ancestros.

Este es uno de esos casos.

Sin duda, uno de los personajes más importantes de la historia de San Antonino---cuya existencia se diluye entre la realidad y la leyenda a la manera del humo que escapa por los resquicios del olvido--- es la del Milagroso Niño que nació, vivió y murió en San Antonino Castillo Velasco.

Yo no le daría tanta importancia, de no ser porque es la segunda referencia que encuentro.

En esta ocasión señalaré la primera referencia que tuve de dicho niño:

Dicen los mayores que hubo una época de sequía inesperada e inexplicable y las lluvias no se daban.

Entonces, de entre la población, había un niño---seguimos investigando---, que era hijo de una humilde familia. El niño, que vendría a tener unos seis o siete años, le dijo a los adultos: "Vístanme con una túnica y sáquenme en una tarima por las calles de la población y yo con mi oración haré que llueva".

La mayoría de las personas se reía, pero había algo extraño en la voz, en la mirada y en la determinación de aquella criatura, además de la natural desesperación por la ausencia del agua, que hizo que varios vecinos decidieran que si bien aquel acto no les resultaba exitoso, tampoco les generaría pérdida. De modo que adecuaron una mesa con un mantel, vistieron al niño con una túnica y lo sacaron a pasear sobre la mesa en los hombros de los adultos, cargado por todas las calles de la población en medio del calor asfixiante.

El niño iba sumamente concentrado con las palmas de las manos pegadas a la altura del pecho, como si de un santo se tratara y su silencio era imitado por las personas que lo seguían en numerosa procesión a la manera de una calenda.

No faltó quien llevara el incienso, flores y cirios, como si se tratara en realidad de un acto religioso.

Dicen que ni bien terminaban de recorrer media población cuando el cielo se nubló y los rayos empezaron a caer por el cerrito de San Antonino, mientras gruesas gotas de lluvia se azotaban con fuerza sobre todo lo que hubiera en toda la población.

Inesperadamente la lluvia se dejó caer con tanta fuerza y durante largo rato que muchos caían de rodillas agradeciéndole a Dios y al Niño por tal milagro.

Así, el Milagroso Niño era vitoreado y con gran júbilo y respeto lo dejaban en su casa, llevándole regalos como tortillas, chocolate, carne, hilos de seda, gallinas...

Entre la escasa información que existe, dicen que hubo varias ocasiones en que se realizó el milagro a través de ese prodigioso Niño.

martes, 10 de mayo de 2011

Funerales en San Antonino

La muerte no viene sola.

Al menos en San Antonino, cuando muere una persona, la población teme, se presenta a misa, se confiesa y reza. Es tiempo de recogimiento, porque el fallecido no se va sólo.

La semana pasada murió Mamalicha a los 90 años.

Su fallecimiento se divulgó por los altavoces de la comunidad a los cuatro vientos.

Toda la familia se presentó desde muy temprano para ayudar a asear la casa. Los hombres se dedican a los trabajos pesados: cortar leña, poner las tinas para la ceniza que servirá de estufa a la chocolatera, acarrear suficiente agua para la cocinera y sus ayudantas, poner las mesas para los visitantes, asear en general el lugar en el que se montará el altar adornado con las calendas de flor inmortal y las cabezas sonrientes de los regordetes ángeles entre los cientos de flores, principalmente gladiolas.

Los familiares de la difunta no visten estrictamente de negro, pero las mujeres llevan rigurosamente su rebozo sobre sus cabezas, en señal de respeto, llegan con cirios, gladiolas, una botella de mezcal, una caja de refrescos y dinero en efectivo que le ofrecen como apoyo a los descendientes.

Durante nueve días que duran los rezos, se pagan nueve misas en el Templo de San Antonino y posteriormente de las misas, que son a las siete de la noche, todos los familiares se concentran en la casa de la difunta, que está de cuerpo presente de dos a tres días en el ataúd que ocupa el centro del altar familiar, para continuar con el rosario.

Entre el humo de incienso, los cirios y el extraordinario mundo de gladiolas, en el surrealista escenario de ángeles y santos, el rezador---que por lo general es un varón versado en la tradición católica---, dirige al frente de los asistentes el rosario, al término del cual, en señal de haber concluido el rosario, todos se saludan con un "buenas noches" personalizado, es decir, se saluda con un buenas noches a cada persona mencionándole su nombre: "Buenas noches tío fulano", "Buenas noches tía fulana" y así hasta haber saludado a todos los presentes.

El Rosario es amenizado por un grupo o un organista que acompaña, entre rezo y rezo, con canciones religiosas.

Al término del rosario, invariablemente se ofrece de cenar a todos los presentes, previo brindis con mezcal en señal de respeto y solidaridad con el casero.

Durante los nueve días que dura el Rosario, los deudos dan de desayunar, comer y cenar a los asistentes. Aunque la mayor parte de las personas llegan al rosario en la noche, los días en que se llena de gente el funeral es cuando se entierra a la persona, después de una misa de cuerpo presente y todos caminando van cargando el ataúd hasta la capilla del panteón, en la que se efectúan los últimos rezos previos a su entierro.

Antes de depositar el ataúd bajo tierra, se levanta la tapa y se exhibe al difunto para que los deudos le den su bendición y le echen un puño de tierra a la caja.

El otro día de asistencia numerosa es, al término de los nueve días, el levantamiento de la Cruz ---la Cruz que se manda a hacer de madera o de metal, en la que se consignan los datos de la persona fallecida---. Esa noche el Rosario se duplica, después de misa, y concluye por lo general a la una de la mañana, para que al dia siguiente, en misa de las siete de la mañana todos juntos, con cirios y música se va a depositar en la tumba de la persona fallecida.

Ahí prácticamente concluye la ceremonia de los funerales.

Después de la muerte de Mamalicha, la semana pasada, al día de hoy han fallecido cuatro personas en San Antonino.

Los muertos no se van sólos.