lunes, 23 de mayo de 2011

El milagroso niño toninero 2 y última.

Dicen las abuelas en San Antonino que nunca tengas un marido mudo o enojón.

Y para ilustrar esa recomendación rememoran el caso de Colenita, que tenía un marido que era viajero. Es decir, era un comerciante que hablaba poco y era enojón y que con una recua de burros llevaba a vender productos de San Antonino al Istmo y de regreso traía sal y pescado fresco que repartía en los mercados de Valles Centrales.

A su regreso, calculado en días y horas precisas, conforme a la luz del sol, el comerciante solicitaba a su esposa puntualmente la comida que quería. De modo que cuando la luz del sol produjo una sombra por el lado norte del mangal del patio, Colenita supo que eran las tres de la tarde y que en ese momento debía empezar a servir los chepiles pero bien calientes, casi hirviendo.

El comerciante llegó puntual y sin mediar palabra esperó que le sirvieran su plato de chepiles.

Les puso limón, sal, salsa de chile de agua, tortillas bajaditas del comal y justo cuando se disponía a llevarse el primer bocado que le sale un enorme y oscuro cabello de mujer en el caldo.

Sin decir palabra, pero con un rostro de enojo, lo exhibió ante su mujer.

Luego, dejándolo a un lado, desprendió la culebra que protegía su ceñidor, como se acostumbraba antes y empezó a golpear a su señora.

La abnegada mujer resistió los golpes con resignación, mientras las lágrimas escurrían por su rostro.

Y así estaba golpeando a la mujer cuando de pronto ingresó a ese domicilio el Milagroso Niño Toninero y levantando el brazo gritó al viajero: "Detente. Ya no le pegues. Yo sé quién puso este cabello en tu plato de chepiles.

El viajero le dijo "te voy a dar mucho dinero si me lo enseñas".

Entonces, el Milagroso Niño toninero le respondió, "Es una persona muy fuerte, con mucho poder. Pero si lo quieres ver completamente te va a costar la vida. Si lo miras completo te mueres. Pero yo te puedo mostrar parte de él.

El viajero, conociendo la fama y la autoridad del Niño le contestó, "quiero ver lo que menos me haga daño". A lo que contestó el Milagroso Niño toninero: "Te mostraré el brazo, eso únicamente lo podrás ver tú, y el efecto por esta visión es que te quedarás inconsciente un día". Trato que aceptó el comerciante.

Acto seguido, el Niño pidió apoyo a dos topiles o policías para que le ayudaran a jalar una cuerda que había lanzado como tratando de cazar a un animal bravo para que no se pudiera ir.

Dijo el Milagroso Niño toninero: "Muy bien, qué brazo quiéres ver, el izquierdo o el derecho", a lo que el otro respondió el izquierdo.

Haciendo una especie de exclamación de horror y asco el Milagroso Niño dijo: "aquí tienes, mira ahora y no vuelvas a pegar a tu mujer hasta no conocer bien las cosas" y acto seguido el comerciante miró y cayó desmayado durante 24 horas.

El Milagroso Niño le dijo a la mujer: "No temas. Jamás te volverá a pegar. Lo que ha visto lo hará cambiar para siempre."

Cuando el comerciante despertó se arrodilló ante su mujer y con lágrimas en los ojos le pidió perdón, le dijo que había visto muchos cabellos largos y negros sostenidos por la mano del diablo.

(Contada por Mamalena, que la escuchó a su vez de su abuelita, una mujer que murió a los 103 años.)












No hay comentarios:

Publicar un comentario