lunes, 16 de mayo de 2011

El milagroso Niño de San Antonino 1 de 2

Es una historia real.

Muy pocas personas mayores recuerdan las crónicas de sus ancestros.

Este es uno de esos casos.

Sin duda, uno de los personajes más importantes de la historia de San Antonino---cuya existencia se diluye entre la realidad y la leyenda a la manera del humo que escapa por los resquicios del olvido--- es la del Milagroso Niño que nació, vivió y murió en San Antonino Castillo Velasco.

Yo no le daría tanta importancia, de no ser porque es la segunda referencia que encuentro.

En esta ocasión señalaré la primera referencia que tuve de dicho niño:

Dicen los mayores que hubo una época de sequía inesperada e inexplicable y las lluvias no se daban.

Entonces, de entre la población, había un niño---seguimos investigando---, que era hijo de una humilde familia. El niño, que vendría a tener unos seis o siete años, le dijo a los adultos: "Vístanme con una túnica y sáquenme en una tarima por las calles de la población y yo con mi oración haré que llueva".

La mayoría de las personas se reía, pero había algo extraño en la voz, en la mirada y en la determinación de aquella criatura, además de la natural desesperación por la ausencia del agua, que hizo que varios vecinos decidieran que si bien aquel acto no les resultaba exitoso, tampoco les generaría pérdida. De modo que adecuaron una mesa con un mantel, vistieron al niño con una túnica y lo sacaron a pasear sobre la mesa en los hombros de los adultos, cargado por todas las calles de la población en medio del calor asfixiante.

El niño iba sumamente concentrado con las palmas de las manos pegadas a la altura del pecho, como si de un santo se tratara y su silencio era imitado por las personas que lo seguían en numerosa procesión a la manera de una calenda.

No faltó quien llevara el incienso, flores y cirios, como si se tratara en realidad de un acto religioso.

Dicen que ni bien terminaban de recorrer media población cuando el cielo se nubló y los rayos empezaron a caer por el cerrito de San Antonino, mientras gruesas gotas de lluvia se azotaban con fuerza sobre todo lo que hubiera en toda la población.

Inesperadamente la lluvia se dejó caer con tanta fuerza y durante largo rato que muchos caían de rodillas agradeciéndole a Dios y al Niño por tal milagro.

Así, el Milagroso Niño era vitoreado y con gran júbilo y respeto lo dejaban en su casa, llevándole regalos como tortillas, chocolate, carne, hilos de seda, gallinas...

Entre la escasa información que existe, dicen que hubo varias ocasiones en que se realizó el milagro a través de ese prodigioso Niño.

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