lunes, 28 de febrero de 2011

Quema de basura en San Antonino

Aunque son pocos el resultado es mayúsculo.
Una creciente práctica de vecinos de esta comunidad es la quema de basura en sus domicilios.
Algunos dicen que el carro de la basura, que pasa una vez a la semana, es insuficiente para echar los desperdicios que se juntan.
Otros dicen que siempre han quemado la basura en sus domicilios y nunca nadie les ha dicho nada.
Cualesquiera que fuera la causa, un hecho es evidente, la gente quema basura sin ningún respeto por el medio ambiente ni por los vecinos.
El humo, que se filtra como los chismes, rápidamente invade los domicilios, la ropa y se mete hasta la cocina.
Lo peor es que la gente, sin saberlo, se está causando mucho daño por la gran cantidad de plásticos que queman en sus domicilios.

viernes, 11 de febrero de 2011

Artesanías de San Antonino

Los pueblos agricultores despliegan una prolífica creatividad en su vida cotidiana.

En San Antonino Castillo Velasco así lo muestra la variada gastronomía local, enriquecida por el contacto con los españoles y recreada por la tradición prehispánica.

Las artesanías se ubican en este rubro.

En las próximas colaboraciones abordaremos el trabajo de los artesanos de San Antonino, como la flor inmortal, el bordado, el totomoxtle, el barro cocido, y algunas actividades elaboradas con estilos artesanales, como el mezcal toninero, los cortes tradicionales de la carne en San Antonino, el pan típico, los huaraches, las artesanías que prácticamente han desaparecido como el arte con carrizo y los escenarios fúnebres.

Información hay mucha, el tiempo a veces se complica.

Continuaremos...



miércoles, 2 de febrero de 2011

Crónica de una apertura anunciada


Fue al mejor estilo de la lucha libre.

Todo comenzó cuando la enorme y regordeta Mamalucha, enfundada en su traje verde de calzoncillos rojos  y su máscara que deja ver el entrecejo fruncido  e inflada con suficiente aire que le da el poder del capital, salió a anunciar por todo el distrito de Ocotlán la apertura de la bodega Aurrerá.

Parada sobre la defensa trasera de un pequeño autómovil, rotulado con el nombre de “Aurrerá San Antonino” se paseaba amenazante ante la mirada curiosa de los paisanos que se preguntaban “ esa vieja plastificada, qué calenda anuncia”.

Llegado el día dieciocho de enero de dos mil once, día de la inauguración y de la prueba de fuego para el grupo de los aguerridos paisanos que sufrieron muchos corajes por el proceso discrecional de las autoridades municipales ante la apertura de esta tienda, la expectación era general, ya que se esperaba una demostración del poder popular, que lamentablemente para algunos, no se materializó en la lucha de clases, sino en una extraordinaria demostración del poder adquisitivo de la población de este distrito.

Antes de que se abriera la puerta  de la tienda, la gente ya se arremolinaba a la entrada como si la mercancía se las fueran a regalar, en tanto que en el interior del local, los empleados y los supervisores estaban sumamente nerviosos y comentaban entre ellos que probablemente toda esa gente eran inconformes que iban a impedir la apertura de la bodegota.

Cuando se inauguró, el remolino de gente se lanzó sobre la entrada mientras los empleados de la tienda trataban de distinguir a los clientes de los posibles saboteadores.

La tensión bajó cuando la gente, como las hormigas sobre el migajón, se distribuyó en los pequeños diez pasillos de la tienda, en los que sólo caben dos personas de lado, pero eran cientos de clientes,  por lo que no faltaron los conatos de bronca por los empujones, los pisotones  y el griterío porque los ansiosos compradores tardaban mucho tiempo detenidos  frente a la mercancía, ya comparando los precios,  ya analizando los productos o simplemente contemplándolos.

Las indirectas y las agresiones estaban a la orden del día: “Ora tú, mueve tu calabaza que estás tapando el paso” “Calabaza la que te parió” “Hey, déjenme pasar que no encuentro a mi niña”, “Cuidado  señoras, fíjense ya están tirando la mercancía” “No empujen” “Ay, Dios, cómo se nota que nunca han ido al super” “Dejen de discutir, avaaaaanceeeen yaaaaaaaaaaaa” “Orale, no me empujen que yo no vengo de mirón, yo si voy a comprar” “Pues compra y vete que estás estorbando el paso” “Ora sí que compras y te vas, ja, ja, ja”.

Afuera de la tienda, los mototaxistas de Ocotlán intentaban instalarse su base en el repleto estacionamiento para clientes, pero los mototaxistas de San Antonino percibieron la maniobra y con atinado celo se dieron un entre muy al estilo de Mamalucha la enmascarada pegalona.  Y en medio de una batalla campal que duraría unas cuarenta y ocho horas, en lo que viene a ser una más de las interminables batallas por la conquista del territorio entre dos municipios vecinos con problemas de límites y de civilidad. Hay que recordar que los mototaxis de Ocotlán no entran a a San Antonino y viceversa, aunque ambos municipios estén divididos por una calle.

La zona alrededor de la tienda parecía un área de desastre debido a un enorme embotellamiento  de vehículos  por todos lados. Nunca en la historia de San Antonino se había tapado la entrada y salida de la comunidad por el exceso de autos y camionetas y de taxis foráneos que vinieron de compras. Tampoco podían salir los automovilistas que estaban dentro del pequeño estacionamiento de la tienda de modo que se armó un tremendo caos vehicular en medio del ruido de los motores, el ensordecedor ruido de los insultos generados a ritmo de claxon y la desesperación de los peatones para tratar de pasar la calle.

La policía municipal de San Antonino con evidente nerviosismo pedía más refuerzos para evitar por un lado, que la bronca entre mototaxistas se saliera de control, mientras soportaban los insultos de los automovilistas porque no podían dirigir el tráfico ni apoyar a los peatones que se peleaban contra los automovilistas porque ni unos ni otros se dejaban pasar.

En la tienda los anaqueles quedaron rápidamente vacíos  y entre las largas e interminables filas para pagar se escuchaban comentarios entre los compradores:  “Qué pichicatos, si quieren vender por qué hicieron una tienda tan chiquita”  “Los precios tan iguales que en cualquier lado” “Ya viste, no le pusieron el nombre de San Antonino a la tienda”.

Obvia decir que el caos continúa hasta la fecha porque la gente abarrota día y noche la bodegota, seguramente porque decidieron gastarse su dinero  y ya no regalárselo a las cajas de ahorro, mientras la enorme y regordeta figura de Mamalucha, enfundada en su bikini rojo con su cara de fuchi se muestra dispuesta a sonarse al primero que se le acerque.