miércoles, 20 de enero de 2016

Nostalgia campirana

Hace unos días platicaba con campesinos de San Antonino.

Son verdaderos hombres de la tierra, macizos, con manos que saludan como tenazas de acero y pies acostumbrados a recorrer los surcos y los secretos de la madre tierra.

Ellos conocen el lenguaje de la naturaleza.

Su conocimiento ancestral sobre los ciclos agrícolas, les dan fama de ser buenos sembradores porque precisan las fechas de inicio para los diferentes cultivos y los secretos para cosecharlos con éxito.

Hablan de los cambios del clima que se perciben, de la fauna que se aleja o que se multiplica, de los indicios sobre tendencias que muestran la luna, las nubes y el comportamiento animal.

Al fin y al cabo vivimos en el mismo entorno e históricamente las costumbres, los hábitos y comportamientos, como experiencias registradas a lo largo del tiempo, son indicadores de ciclos que se pueden mostrar repetitivos o alterados.

En este lugar se presume el conocimiento de los antiguos que fueron famosos por cultivar flores que no había en otros lugares y como sembraron hortalizas y legumbres que algún tiempo hicieron llamar "el huerto del Valle" a San Antonino.

Tiempos lejanos que se rememoran con nostalgia y hasta tristeza.

El agua entonces se encontraba a flor de tierra y hubo campesinos famosos que lograban cosechas considerables, regando únicamente con cántaros de barro, en las horas propicias en que las plantas "toman agua".

No había luz eléctrica ni bombas de agua, ni tantos fertilizantes, ni químicos, ni tractores y ni semillas híbridas o transgénicas. Los fertilizantes se introdujeron con mucho temor en los años 70's.

La modernidad tecnológica ha ido avanzando despacio y a partir del esfuerzo individual más que colectivo.

El enfoque idílico y campirano se fue perdiendo a la par de la invasión urbana sobre tierras agrícolas, con problemas de límites y pérdida de territorio; las migraciones tanto a Estados Unidos como a la capital del país.

Todavía hasta fines del siglo XIX San Antonino era considerado como un pueblo simpático y agradable caracterizado por sus jardines y huertos.

Una característica distintiva de la gente de San Antonino es su amor al trabajo y su emprendimiento; su iniciativa y dedicación a trabajar con ingenio y transformar o mejor dicho mejorar los procesos y los productos.

Esto le ha dado fama a su agricultura, su cocina, sus artesanías, sus festividades.

San Antonino es un pueblo que se levanta en cada amanecer con el desafío de ser cada vez mejor que ayer.

Así me lo comentaron sus campesinos.

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