miércoles, 27 de marzo de 2013

Leyenda del capataz maldito

Sucedió hace mucho tiempo.

Cuando toda la región hervía bajo la fiebre del oro.

Los españoles entonces, echaron mano de la fuerza de trabajo indígena, imponiendo una cuota de hombres a cada pueblo para que trabajaran forzosamente en las minas.

Muchos indígenas enfermaban y morían pronto. Los pueblos se desolaron y las familias se desmembraron, reduciéndose el número de pobladores por municipios.

De manera principal los capataces eran españoles, pero como no todos hablaban lengua indígena, se apoyaban de vez en cuando con indígenas ladinos que se prestaban a los intereses de los españoles.

Tal es el caso de El Capataz Maldito.

Dicen que vestía como charro y montaba un precioso caballo pura sangre que le obsequió su patrón, en reconocimiento por sus infames servicios.

El capataz, indígena traductor, aprendió pronto el estilo de sometimiento de sus patrones y se caracterizaba por su crueldad para obligar a trabajar a los indígenas, contando además con una binza, con la que castigaba a los débiles y cuando éstos definitivamente ya no tenían fuerzas para trabajar, les echaba encima a su fiero caballo para matarlos con sus patadas.

Pronto la fama del capataz creció y a donde se dirigía sembraba el terror y la muerte.

Siendo un miembro valioso para los españoles, éstos le recompensaban con oro, pero como era muy hábil y ambicioso, también tenía sus propios medios ilícitos para sustraer el metal y esconderlo en algún lugar.

El caso es que una vez que necesitaron personas más pequeñas para ingresar a una veta de oro, el capataz se llevó a un par de niños gemelos de una familia, cuyos abuelos conocían los misterios de la naturaleza.

Pero como los gemelos se resistían a irse a trabajar a las minas, por las horribles historias que se contaban de los sobrevivientes. El capataz les echo su caballo encima con tanto odio que habiéndolos matado despertó el repudio de la comunidad y las artes dormidas de los abuelos.

Los abuelos maldijeron al capataz, lo sentenciaron como castigo a que su perversa alma jamás descansaría y que vagaría eternamente junto con su caballo, cargando el oro que como lastre le impediría descansar en el más allá.

Pero como los abuelos no eran malos, le dieron la oportunidad de regenerarse, por lo que tendría qué hacer obras buenas con el oro que gradualmente fuese desprendiendo para hacer obras de misericordia, tanto vivo como muerto.

El tiempo pasó.

Aseguran, los que conocen esta historia, que los españoles malos ya están en el infierno, mientras que el alma del capataz maldito, junto con su caballo, sigue amarrado en este mundo por el peso del oro mal habido.

De modo que hoy en día, en las noches de luna llena se aparece en ciertos lugares de la comunidad un charro sobre un caballo cargando pesados bultos en los que se supone que lleva oro.

Pero como la maldición fue tan severa, dicen los que lo han visto, que parece un enano montando un burro pequeño y que te habla en lengua indígena preguntándote si llevas tal apellido o si eres originario de tal comunidad, porque tiene algo que te pertenece desde tiempos inmemoriales.

Si existe error o ambición en el que da la respuesta, dicen que el paquete envuelto cuidadosamente entre carrizos y amarrado con mecate, que les entrega el charro, se convierte en ceniza. Pero que si tú eres honesto con tu respuesta el paquete que no puedes abrir hasta el día siguiente, se convierte en monedas de oro cuidadosamente acomodadas.

Discretamente se conoce que muchos paisanos han encontrado la riqueza de manos del capataz maldito y los que han encontrado cenizas, por su ambición y su contacto con ese ser maldito se enferman, e incluso, algunos hasta han muerto.

Sin embargo, muchos prefieren no contestar y rezar cuando se encuentran a ese fantasma.

¿Qué tanta maldad tendrá que pagar el capataz maldito, que dicen que todavía se le ve en algunas noches de luna llena?

No lo sé, pero te recomiendo que si un día te lo encuentras, no ambiciones cosa que no te pertenece, porque el capataz maldito anda cerca, muy cerca.

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