lunes, 15 de abril de 2013

José Miguel: nuevo talento de San Antonino

Se parece a Diego Rivera.

En serio, si hubiese conocido a Diego Rivera cuando tenía diecinueve años, no dudo que sería idéntico.

Claro, a diferencia de Diego Rivera, José Miguel García no come niños y deja la academia para después.

Sonríe porque le cuento un mal chiste, pero por lo general mantiene el rostro adusto y mira con un ojo clínico que parece que te está moldeando en arcilla.


















José Miguel García no precisa en qué momento empezó a trabajar con la arcilla, pero se acuerda que desde siempre, desde que nació.

De hecho, literalmente nació entre la arcilla. Hijo del maestro José García y de Teresita Mendoza, artesanos del barro en San Antonino, Pepe, como cariñosamente le llaman, siempre ha trabajado con el barro, ya que él mismo se hacía sus juguetes con este material.

Ha asistido un par de ocasiones a clases de pintura, escultura y artes plásticas. Pero él, como buen discípulo, sabe que el arte se controla en la soledad del pensamiento. Hasta la secundaria la terminó en el sistema abierto porque eso le permite mayor disponibilidad de tiempo para concentrarse y convivir con la arcilla.



















Pepe trabaja con lo que le rodea. Por ejemplo, una vez asistió a la ciudad de Oaxaca y el camión en el que iba pasó cerca de una señora atropellada. La visión fue veloz, pero lo suficientemente intensa para imprimir el detalle de la muerte: la posición, el píe descalzo, la mano extendida tratándo de asirse inútilmente a la vida.













Una escultura que tiene un parecido idéntico es la del busto de su padre, don José García, el Señor de la Sirenas. Quien conoce a José García, podrá comparar el extraordinario parecido.


















Pepe aprovecha cualquier oportunidad para plasmar aquello que le signifique un motivo de interés, como la muerte de un hombre, sobre una plancha de tabiques, cubierto de una sábana blanca. Pepe tiene el don de captar la esencia de los acontecimientos y de traducirla en un sentimiento que envuelve a cualquiera que vea sus obras.


















La cabeza decapitada del Padre de la Patria, se le ocurrió después de leer una biografía de Miguel Hidalgo y Costilla, por ejemplo. Sería interminable enumerar la extensa obra del joven José Miguel Aguilar Mendoza. En otra colaboración, continuaremos con su obra pictórica. Por lo pronto, los dejamos con una de sus obras, que es una maravillosa mujer que parece tomar el sol una tarde de primavera en San Antonino Castillo Velasco.



No hay comentarios:

Publicar un comentario