martes, 4 de octubre de 2011

La cena del fin del mundo

Tuvieron que morir.

Hace un par de años, de manera gradual y permanente, invadieron prácticamente todo el mercado municipal de San Antonino Castillo Velasco.

La mayoría eran perros callejeros que habían encontrado en el mercado local su nuevo hogar y además alimento, ya que los comerciantes, generosamente les obsequiaban desperdicios.

Pronto fue creciendo la población canina y junto con éstos, los problemas de ataques a personas, peleas entre perros, perros enfermos que daban un espectáculo lastimero y asqueroso. Hasta que hubo más animales que personas y las quejas de los clientes no se hicieron esperar.

Hubo que aguantar durante mucho tiempo los prejuicios de los defensores de los animales, que evitaron a toda costa agredir, correr o lastimar a la fauna perruna que había hecho de los puestos sus camas por las noches; de los pasillos del mercado sus nichos malolientes y de las entradas al mercado sus espacios para defecar. Junto con ellos se incrementaron de manera alarmante las moscas.

Cuando la tolerancia llegó a su límite, los mercaderes consideraron oportuno meter orden y generosamente repartieron suculentos pedazos de carne envenenada por todo el mercado, como en una cena del fin del mundo. Como era evidente, los perros callejeros no dejaron ninguna sobra y a la mañana del día siguiente aparecieron perros muertos regados por todo el mercado. Era triste ver casi llena la camioneta que se los llevó al tiradero municipal.

Una vez restablecido el orden, pasaron algunos años y nuevamente se ha multiplicado la población canina. Hoy en día los comerciantes discuten si será sano promover una nueva cena mortal, lo cual se ve difícil, porque mucha gente se opone.


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