jueves, 28 de agosto de 2014

En riesgo la vida de alumnos de céntrica primaria de San Antonino

Es inexplicable.

A pesar de que existe un dictamen de personal de protección civil por el que se recomienda el desalojo de las aulas de la escuela primaria “Esteban Vásquez Hernández”, debido al daño estructural que presenta el inmueble, por efecto de los sismos, las autoridades municipales no le dan celeridad a la solución de esta amenaza.

A escasos meses de que concluya el primer año de la gestión municipal, sólo la presión de los padres de familia de los estudiantes de esa primaria han logrado que la obra se priorice en primer lugar, por lo que el ayuntamiento ya adquirió en propiedad un terreno de sembradío para reubicar a la escuela primaria, pero como éste  carece de acceso, las autoridades del municipio no han podido integrar el expediente.

El presidente de la sociedad de padres de familia de esta escuela, Raymundo Cortés, asegura que los avances que se han tenido se han logrado mediante la presión de los padres de familia ante el ayuntamiento, porque el cabildo no les deja otra opción.

La última vez que tomaron el palacio municipal y tocaron las campanas del templo fue en los primeros días de julio, previo al primer Lunes del Cerro o primera presentación de la Guelaguetza, donde lograron que el presidente municipal se comprometiera públicamente a adquirir el predio más adecuado para el acceso al terreno donde se pretende construir la nueva escuela.

Sin embargo, asegura, el problema ahora es que no se ponen de acuerdo sobre el procedimiento para la adquisición del bien que ya ha sido identificado y se ha convenido de palabra la compra con los dueños del terreno, lo cual genera muchas sospechas, porque la ley es clara respecto a las adquisiciones del ayuntamiento y el dinero para la compra es con recursos propios del municipio.

Algunas madres de familia señalan además el maltrato que han sufrido por parte de algunos regidores que les han contestado que si no quieren que sus hijos arriesguen sus vidas, que se vayan a otra escuela primaria al turno vespertino y que si no les parece que los saquen de la escuela.

Ese tipo de respuestas, que evidencian la poca calidad humana y la falta de capacidad de quienes se ostentan como regidores del ayuntamiento han generado el malestar entre los padres de familia.

Por lo pronto, el personal docente ha empezado a desalojar los grupos, habilitando el patio de la escuela como improvisados salones, ante la amenaza de los constantes temblores.

Los padres de familia están preocupados porque señalan que no hay obras en el municipio y que se suspendió la primera que se iba a realizar, que consistía en la pavimentación de la continuación del arroyo que pasa detrás del palacio municipal, la cual se había anunciado con una verbena popular y hasta se puso la primera piedra y de la que se comenta que ha la fecha supuestamente ha sido cancelada, por lo que temen que se prolongue también la construcción de la nueva escuela.


Mientras tanto, la niñez de la primaria “Esteban Vásquez Hernández” asiste regularmente a clases, sin tener conciencia cierta del riesgo ante los sismos y el inexplicable letargo burocrático de algunos adultos.

viernes, 15 de agosto de 2014

La bicicleta que movió a todo un pueblo

Sucedió hace un par de semanas.

Las gordas y perezosas nubes blancas surcaban el cielo matinal de San Antonino Castillo Velasco cuando Lulú ingresó al inmueble de Radio Calenda, ubicado en la calle Cuauhtémoc, como lo hace de lunes a viernes puntualmente a las nueve de la mañana, para conducir su programa radiofónico.

Radio Calenda, que es la radio decana del distrito de Ocotlán, Oaxaca, no sólo abre sus puertas a todas las opiniones y corrientes ideológicas, sino que también, literalmente, mantiene siempre abiertas las puertas de entrada a sus instalaciones.

Por ese motivo, Lulú sólo tuvo que empujar la puerta para estacionar su bicicleta en el pequeño patio de la entrada y después de saludar al locutor saliente, se instaló cómodamente frente al micrófono. Puso su cortinilla de entrada, dio los buenos días, transmitió buena música, hizo algunos comentarios sobre algunos asuntos, seleccionó más música, recibió un par de llamadas, mandó saludos y después de otro par de melodías y comentarios se despidió de sus radioescuchas.

Saludó al locutor que seguía en la programación y salió de la cabina, pasó por la sala de visitas y se dirigió hacia el patio para tomar su bicicleta, pero ésta ya no estaba donde la había dejado. La buscó adentro y afuera y le preguntó al locutor, pero éste le contestó que no vio nada.

Después de unos momentos de incertidumbre, aceptó con tristeza y coraje, que alguien se había llevado su bicicleta, por lo que regresó a su casa a pie, compungida e imaginando las dificultades que enfrentaría en el corto plazo sin su medio de transporte.

El conductor en turno sólo hizo el comentario con su grave voz: “lamentamos el robo de la bicicleta de la compañera Lulú, que sucedió hoy hace un par de horas en las instalaciones de esta radiodifusora.”
Los locutores que llegaron durante el día, comentaron este suceso en sus respectivos programas, de modo que el robo de la bicicleta de Lulú, en las instalaciones de Radio Calenda se hizo noticia.

Tal vez por ese motivo, al día siguiente, cuando llegó Lulú con toda puntualidad para  conducir su programa, el teléfono de la radio empezó a sonar sin descanso:

Un señor de la tercera edad le dijo que como a la hora en que se perdió la bicicleta, él distinguió a una persona del sexo masculino, joven y en actitud sospechosa frente a Radio Calenda.

El entrenador de un gimnasio cercano, dice que a esa hora, él también vio al sospechoso y que parecía como de 25 años, delgado y chaparro, como de un metro y cincuenta y cinco centímetros de estatura.

Un sastre que iba pasando por allí dice que vio a esa hora al hombre sospechoso, que era joven, delgado, chaparro y vestía pantalón de mezclilla y camiseta de color azul.

Para ese momento Radio Calenda ya era escuchada por toda la población.

El hecho de que en una casa le suban el volumen a su radio y no se trate de música, sino de diálogos, significa que algo importante está sucediendo, y de esta manera, se prendieron rápidamente todas las radios en San Antonino y aumentaron las llamadas a la cabina de Radio Calenda.

Una señora llamó asegurando que ella se dirigía al mercado a esa hora, cuando vio por ese lugar al hombre joven, delgado, chaparro, vestido con pantalón de mezclilla, camiseta de color azul y que era muy moreno.

Un joven repartidor de tortillas también llamó a la cabina de Radio Calenda para señalar que el hombre joven, moreno, delgado, chaparro, vestido de mezclilla y camiseta azul, llevaba lentes deportivos de color oscuro.

Una señorita que atiende la estética que está cerca del lugar, llamó para decir que ella también vio al hombre joven, moreno, delgado, chaparro, de mezclilla y camiseta azul y que además de lentes llevaba una gorra oscura en la cabeza.

El conductor de un mototaxi llamó para informar que más o menos a esa hora, un hombre joven, moreno, delgado, chaparro, de camisa azul, de lentes y gorra oscuros  salió de la calle Cuauhtémoc  conduciendo alocadamente una bicicleta, que tuvo que esquivar con su mototaxi para no chocar contra él.

Muchas llamadas se hicieron a Radio Calenda para ratificar la información sobre el sospechoso que había sido ubicado por los vecinos, pero las más importantes fueron las que señalaron que esa persona que se había robado la bicicleta, renta una habitación en una céntrica calle de la población, donde luego se hospedan trabajadores del campo que viene de otros municipios.

Se recibieron otras llamadas en las que se aportó el “alias” del presunto delincuente y  también se dio a conocer que aquel sujeto era alcohólico y además drogadicto.

Las llamadas telefónicas y mensajes vía celular venían de todos los puntos del municipio, como de localidades cercanas.

La mayoría de los mensajes eran de franca solidaridad y apoyo hacia Lulú.

Lulú, por su parte, agradeció a los radioescuchas con un nudo en la garganta, pues ante esta desgracia se había percatado de la dimensión de su auditorio.

Ella dijo que la pérdida de esa bicicleta, con la que llevaba doce años, le dolía mucho porque era como perder a un amigo o una mascota, y que también perdió la inversión que le había hecho al renovarle los frenos, las llantas, tenía los rines cromados y un asiento más cómodo, por lo que deseó que el ladrón valorara el objeto que se había robado.

Otras llamadas de pueblos vecinos, le dijeron que probablemente su bicicleta fue llevada a determinada casa de empeño y que la sacarían a la venta en otra sucursal, porque así le hacen con las cosas que parecen robadas.

Lulú no presentó su denuncia ante las instancias correspondientes porque le dijeron que tenía que presentar la factura original de la bicicleta, así como las facturas originales de todos los gastos que dice que le invirtió, además de que tenía que llevar a todos los testigos que ubicaron al probable responsable. 

En que en caso de que cumpliera con estos requisitos, además de volver otro día para sacarle seis juegos de fotocopias a la denuncia, tenía que regresar con sus testigos para ratificar la denuncia y que una vez que se le diera curso, tendría que otorgar dinero a los agentes para la gasolina y de paso para su “refresco” porque ese tipo de investigaciones parecen fáciles, pero resultan muy complejas,  ya que si no encontraban al sospechoso en su domicilio, tendrían que montar un operativo que podría durar varios días, con sus respectivos gastos.

Evidentemente Lulú se desistió de denunciar, pero tampoco la presentó ante la autoridad local, porque algunas llamadas la desanimaron, afirmando que cuando un delincuente cae en manos de los encargados de la justicia municipal, supuestamente lo dejan escapar a cambio de una propina.

Lulú se resignó: perdió su medio de transporte, pero ganó el aprecio y la solidaridad de una población que le respondió y se movilizó totalmente por causa de una bicicleta. 

viernes, 8 de agosto de 2014

Más sobre la casa del tepache

Agradezco a las personas mayores que me han brindado mayor información sobre la colaboración anterior.













Me explico:

Ese lugar era conocido como La Casa de Adobe.

En su interior había dos enormes hileras conformadas por tablones sostenidos por tabiques de adobe, en el que se sentaban los señores a platicar.

Las mujeres y los niños sólo podían ingresar para comprar el tepache.

El tepache era almacenado en enormes ollas de barro, protegidas por hierbas y con canastos de carrizo. Se tapaban con lienzos blancos.

El tepache era servido en jícaras vegetales y se vendía en jarros de barro seco, muy seco, porque si estaban húmedos, se agriaba el tepache.

Para las mayordomías y festividades locales se acostumbraba a llevar tepache en cántaros de barro negro.

Había un preparado, que era la especialidad de la casa, al que se acompañaba con cebolla y chile de árbol picados y todavía se le agregaba sal de chile.

El lugar era atendido por el señor José y su esposa y cerraron por el año 1960 más o menos, porque ya estaban avanzados de edad y ellos mismos preparaban y expendían esa espirituosa bebida, que hizo las delicias de varias generaciones.

Por cierto, la foto muestra la puerta original, por lo que debe tener más de cien años.

Salud!!!

miércoles, 6 de agosto de 2014

La casa del tepache














En la cuarta calle de Morelos, cerca del centro de San Antonino Castillo Velasco, se ubica lo que en su momento fue conocida como “la casa del tepache”.

Una placa de adobe grabada arriba de su entrada principal dice “Recuerdo del 20 de agosto de 1900.”, fecha en que probablemente se edificó su fachada actual y que hoy en día se encuentra prácticamente en ruinas y de manera visible, abandonada.

Peor castigo no pudo tener ese espacio de libertinaje en el que se hizo honores al vicio a través del tepache, la bebida espirituosa que se deriva del fermentado de la piña.

Como dicen las personas mayores, era el lugar privilegiado de crápulas, borrachos y licenciosos donde se planearon maliciosamente raptos, embarazos no deseados, rupturas de hijos contra padres y donde el germen de la violencia dormitaba a los matreros desobedientes o generaba el indulto de los espadachines perdonavidas con sus desgastados machetes.

En sus aposentos, sin embargo, convivían señoritas entradas en años que optaban por una sana convivencia en un ambiente de hedor alcohólico y donde las familias más decentes adquirían su dotación de tepache a través de las criadas, simulando un jarro de atole, para no evidenciar a los patrones.

Asimismo, de esa fuente se surtían alegremente los convidados a las fiestas y mayordomías, que llegaban a estas reuniones sociales y religiosas con sus bien medidos barriles---los más pudientes---, o sus pequeños recipientes, ---los más humildes---, en un antecedente que hoy en día ha desplazado el mezcal.

La casa del vicio tenía una norma no escrita: los zafarranchos atrás de la línea para que la autoridad municipal guardara la tolerancia debida al templo de la más popular de las bebidas de la época.

Muchas familias que pasaban frente a este antro se persignaban en señal de protección, pero todos sabían que íntimamente era una forma de agradecer al creador por tan sabrosa bebida y los blasfemos no dudaban en pensar que ni el Cristo pudiera convertir los barriles de agua en la calidad del tepache que ahí se manufacturaba.

Algunos recuerdan que desde lejanos pueblos venían a surtirse en este lugar del mejor tepache de la región y otros señalan que en pequeñas dosis, le era suministrado al cura para usarlo como vino de consagrar y que originaba los mejores sermones del culto.

 Y así como se le atribuía ser la causa de lágrimas por situaciones desgraciadas, también muchas decían que era la causa de lágrimas de felicidad.

Ahí llegaban parroquianos cargando sus penas, de una u otra causa, y las olvidaban el tiempo que duraba su embriaguez.

Cuartel general del escuadrón de la muerte, al final, como todo lo bueno---o todo lo malo, según corresponda--- llegó un día que tuvo que cerrar, dejando el recuerdo de una época que no se distingue mucho de la voluptuosa, disoluta y libertina modernidad.